Discurso del Padre Elías Royón, sj

Asamblea General de CONFER
12 de noviembre 2009
Padre Elías Royón, SJ

Queridas hermanas, queridos hermanos:
Esta mañana os expresé con espontaneidad mi gratitud por vuestra confianza al elegirme como nuevo Presidente de CONFER. Pero también os pedí vuestra ayuda y colaboración. La CONFER, su Presidente y los órganos de gobierno necesitan de ella.
Entiendo mi servicio a CONFER y el de la misma CONFER como un compromiso de servicio a la Vida Consagrada y, por tanto, a la Iglesia, a la que la Vida Consagrada sirve desde su peculiaridad carismática.
Pero un servicio que no se reduce a la atención puramente institucional de los órganos y las estructuras. Ese servicio es necesario, pero es insuficiente. Porque se podría convertir en burocracia sin vida y sin espíritu.
Todos necesitamos sentirnos convocados desde CONFER a prestar un servicio a la misma Vida Consagrada. Invitados a revitalizarla y renovarla cada día, con los ojos fijos en Aquel que es el fundamento de nuestro ser de consagrados. Llamados a manifestar el amor apasionado a Jesucristo y a su Evangelio. Vocacionados a ser, con humildad pero con convicción, presencia histórica de la forma de vida que escogió para sí el Hijo de Dios al hacerse hombre. Animados a reencontrar la belleza de una vida apasionada por Dios, de donde brota la pasión por el ser humano, especialmente por los más alejados y marginados, a los que Jesús amó con particular predilección.
En definitiva, necesitamos sentirnos convocados a un servicio de anuncio y testimonio, con objeto de que se cumpla el deseo de Jesús que ha servido de lema a esta Asamblea: "Para que tengan Vida...", y vida en abundancia. Un servicio al Evangelio para que ilumine las inteligencias y convierta los corazones, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa, solidaria y abierta a Dios.
Nuestra historia es precisamente "la historia de un multiforme servicio apostólico a la Iglesia, al pueblo de Dios" (VC 9), porque, como ha recordado Benedicto XVI, "no existe ámbito humano y eclesial donde los religiosos y religiosas no estén presentes, de modo a menudo silencioso, pero siempre activo y creativo" (Carta a la plenaria de la Congregación, septiembre 2005). Y esto no sólo en el pasado, sino también en el presente.

Aun con nuestras limitaciones, la Vida Consagrada apostólica en España se esfuerza por responder a las urgencias misioneras y a las nuevas pobrezas de tantos hombres y mujeres de nuestra sociedad. Lo quiere continuar haciendo con el lenguaje multiforme de Jesús: el lenguaje de las bienaventuranzas, de la gratuidad y de la compasión, prestando atención al Espíritu y a la voz de la Iglesia para ser enviada en misión a las fronteras culturales, sociales y religiosas. Ese envío forma parte esencial de nuestra identidad.
Sería un contrasentido si la Vida Consagrada realizara este servicio mirándose sólo a sí misma, aislada o en paralelo, sin vivirse y entenderse como un don del Espíritu "precioso y necesario para el presente y el futuro de la Iglesia" (VC 3). Es el Espíritu quien nos introduce en la comunión eclesial, quien hace que nos sintamos en la Iglesia sujetos activos y responsables de la misión común del anuncio del Evangelio, realizada según la peculiaridad de nuestros carismas y bajo la guía de los Pastores, recordando que "cuánto más intensa es la comunión, tanto más se favorece la misión" (Pastores Gregis, 22).
Hemos de reconocer que, a pesar del camino recorrido, estamos todavía escasos de palabras "puente", de signos, de actitudes, de diálogo confiado que conviertan en constructiva la tensión normal, presente en ocasiones, a causa de la doble dimensión, jerárquica y carismática, que constituye la comunión eclesial.
CONFER desea responder a estas llamadas del Espíritu con sencillez pero con decisión. Quiere comprometerse a tender puentes y a ser mediación en el interior de la Vida Consagrada, con el fin de que ningún Instituto o Congregación pueda sentirse ajena a ella, sino al contrario: que todos puedan sentirse en casa propia. CONFER quiere igualmente fomentar la comunión eclesial entre todos sus componentes: jerarquía, presbíteros, religiosos y laicos, acogiendo la acuciante llamada de Juan Pablo II, cuando exhortaba, como el gran desafío del inicio del tercer milenio, a "hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión, si deseamos responder a las esperanzas del mundo" (NMI43).
No puede faltar en este momento un recuerdo emocionado y agradecido a los consagrados y consagradas que han gastado sus vidas por Jesucristo con una generosidad y entrega admirables, y viven ahora retirados o en las enfermerías. Les decimos desde aquí que continúan siendo necesarios para la construcción del Reino; que siguen colaborando con la misión de la Iglesia con su oración y la ofrenda de sus vidas.

A los jóvenes religiosos y religiosas, un saludo lleno de afecto. Tenéis en vuestras manos el futuro de tantas dimensiones de la Vida Consagrada, pero sobre todo el proyecto de Dios sobre vosotros, un proyecto que se construye a diario en una entrega apasionada a Aquel que os ha confiado el regalo misterioso de la vocación.
De nuevo gracias, Alejandro y Cecilia, por los años de servicio a la Vida Consagrada española desde vuestro trabajo en CONFER. Gracias a la H. Julia y a todo el personal de la Sede por su trabajo y especialmente en la preparación de esta Asamblea. Gracias a Gonzalo por su brillante y eficaz moderación. Gracias a todos vosotros y vosotras por vuestras presencia y participación serena y responsable en esta Asamblea.
Nuestro saludo y agradecimiento al P. Eusebio Hernández, Delegado en esta Asamblea del Cardenal Prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada, rogándole que se haga intérprete de este saludo y agradecimiento ante el Eminentísimo Sr. Cardenal Prefecto.
Nuestra gratitud al Sr. Obispo Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, D. Jesús Sanz, que nos ha acompañado estos días, con el ruego de que haga llegar a la Conferencia Episcopal Española y a su Presidente, nuestro saludo y el deseo sincero de continuar colaborando con lealtad, como consagrados y consagradas, en comunión misionera con nuestros Pastores.
Al Sr. Obispo de Mondoñedo-Ferrol, D. Manuel Sánchez Monge, nuestro agradecimiento por su ponencia y por su presidencia en la Eucaristía que clausurará esta Asamblea.
Termino expresando un convencimiento personal, lleno de esperanza, que estoy seguro compartís conmigo todos vosotros y vosotras. La Vida Consagrada apostólica está enraizada en los planes de Dios para la misión de la Iglesia universal, "para que tengan vida...". Es un cuerpo vivo, capaz de engendrar vida, una vida que atrae y fascina porque es memoria de Jesús; capaz de crear vida también en y para la Iglesia española del siglo XXI; con un futuro que confiamos a la bondad y a la fidelidad de Dios para con su Pueblo, la Iglesia.
Muchas gracias.

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